miércoles, 22 de marzo de 2017

AMOR DE LA ESTRELLAS

AMOR DE LA ESTRELLAS
星の愛 (Hoshi no Ai

La mañana. Manos acariciantes se introducían por entre los cabellos. La exarcebada sensibilidad del pelo hizo que el cuerpo se tensara. Poco a poco se fue relajando y esa dulce sensación se fue extendiendo por toda la musculatura.
Hierro, rocas, hielo interiorizado por la lucha o el estrés fueron fundiéndose como se funde el queso o la manteca en la sartén. Poco a poco una sensación más que agradable le fue recorriendo toda. Los dedos pasaron a la frente, a los ojos, eran unas yemas tan volátiles como la brisa del mar. Esa brisa que se siente, que hace sentir bien pero que no se puede detener entre los dedos porque se escurre como el agua. Los dedos pasaron a los labios. Los labios como un resorte incontrolable besaron las yemas de los dedos. Una corriente eléctrica, suave, tierna, indescriptiblemente agradable recorrió los dos cuerpos,
La barbilla, el cuello, rasgueados por la punta de las uñas, reaccionaban tensándose como las cuerdas de una guitarra. Cuando las uñas se alejaban la rigidez y la tensión desaparecían como por arte de magia.
Las manos siguieron acariciando con suavidad el pecho como la brisa acaricia la hierba de los campos, de los prados. Subieron a las colinas de las manzanas donde los dedos palpaban dulcemente las manzanas en erección.
Un suave temblor de tierra sacudió la tierra, el cuerpo todo. Todo se apaciguó y las manzanas buscaron su refugio entre la palma de las manos.
Un giro del tronco enfrentó las miradas derretidas como miel en la leche. Los labios comenzaron su rito de besos mientras las manos bajaban a la falda del tronco.
Seguían buscándose, seguían descubriéndose. Las lenguas, juguetonas, se escondían y aparecían en fruición por el rostro del otro. Lameteo de perro chiquitico agradecido.
La tierra, agujereada por la pasión, buscaba un árbol que la sembrara sin aspavientos. El tronco del árbol penetró en el hueco que la tierra aspiraba a rellenar. La savia del árbol, lluvia fresca de primavera se fue deslizando hacia las profundidades de la tierra. Esta, satisfecha, derretida por las sacudidas del árbol, quedó sin fuerzas. Se había cumplido el rito. La tierra quedó sembrada del amor de las estrellas.
Rasgueo de guitarra
Pasión en la mañana
Amor de las estrellas

Fundido en una pasión sin medida. 

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