jueves, 1 de septiembre de 2016

RAFAEL GUERRA “GUERRITA”

RAFAEL GUERRA “GUERRITA”

Para Consuelo Sánchez y José Mª. Zafra

La ciudad de Córdoba también es conocida con el apelativo de “Ciudad de los Califas”. Ciudad donde nacieron algunos de los grandes toreros de la historia, porque Córdoba también ha sido una ciudad importante en el planeta taurino. Califa, gran torero cordobés.
Hoy vamos a presentar, aunque sea brevemente, a uno de ellos: Rafael Guerra, “Guerrita”.
¿Dónde podrá cualquier viajero o aficionado a los toros que se acerque a la ciudad encontrar la huella de este Califa?
Sin duda, el primer lugar será la plaza de toros. La puerta princial, en otras plazas Puerta Grande, aquí es la Puerta de los Califas. Los bustos de los cuatro, hasta ahora, Califas saludarán al viajero con placer.
Otra referencia la encontramos en el Museo Municipal Taurino, sito en el Barrio de la Judería. Entre sus muchas salas encontramos una de ellas dedicada a nuestro hombre.
Otra referencia, el cementerio de la Salud. Un hermoso panteón familiar da cuenta del lugar en que descansan los restos del diestro desde 1941.
Hablar con los cordobeses y estar atento a la cantidad de anécdotas o dichos populares que tienen al Guerra como centro: Sabe más que el Guerra. Tiene más valor que el Guerra. Hay gente pa tó, como dijo el Guerra.Son frases que en una u otra ocasión surgen en el refranero cordobés.
Desde hace mucho tiempo he tenido relaciones amistosas con los descendientes, bisnietos del torero.
Nacido en los estratos más humildes de la sociedad cordobesa, de una inteligencia prodigiosa, supo subir en los toros y en la sociedad hasta llegar a ser respetado y admirado, aunque también, a causa de su carácter indomable, tuvo más de un detractor. Llegó a ser caballero tocado, es decir podía mantenerse con el sombrero puesto ante el rey AlfonsoXIII, que llegó también a ser su amigo.
La última tarde que pasé con mis amigos estuvo cargada de anécdotas sobre el antepasado, vivido de oidas, pero tan presente en el seno familiar.
Hombre, al parecer tacaño, pero de mujer expléndida y caritativa, no le gustaba tirar el dinero. ¿O sería una actitud, como la de Juan Belmonte, para espantar a golfos y vividores?
Pero pasemos a dar un somero repaso a los datos biográficos de nuestro torero, en un intento de hacernos una idea de su importancia en el mundo del toreo.
Hijo de José Guerra, el “Llavero”, conserje del Matadero Municipal de Córdoba, y de Juana Bejarano, nació Rafael el día 6 de marzo de 1862, día de Santa Coleta, según el santoral católico.
Sus primeros pasos como torero fueron algunas tientas en los alrededores de la capital, y en el propio matadero, donde, en compañía de unos amigos, se dedicaba a probar los toros que al día siguiente iban a ser sacrificados.
Formó parte de la cuadrilla los “Niños Cordobeses”, matando su primer novillo en Andújar en junio de 1879.
En 1880 toreó con “Lavi”, y al año siguiente con “Bocanegra”. Formó parte de la cuadrilla de Fernando Gómez “Gallo” hasta que “Lagartijo”, primer Califa, lo incorporó a su cuadrilla en 1885.
Destacó de tal manera que a “Lagartijo” le impusieron que llevara sin falta a “Guerrita”. El mismo maestro sabía que el público quería verlo a él porque llevaba aquel subalterno tan espléndido.
En 1886 contrató un buen número de corridas sin haber recibido la alternativa. Toreaba con “Lagartijo” prácticamente en plano de igualdad.
Fue el propio “Lagartijo” quien le dio la alternativa en Madrid el 29 de septiembre de 1887, con un toro llamado “Arrecío”.
Por estas fechas ya tenía un contrato para actuar en La Habana, Cuba. Un contrato sustancioso que le aporto una buena cantidad de dinero y una cornada en el cuello que estuvo a punto de costarle la vida.
En 1889 casó con Dolores Sánchez Molina, hija del novillero “Poleo” y prima de “Lagartijo”. Ambiente completamente taurino en la familia.
Durante las doce temporadas que estuvo en activo actuó en 892 corridas, según José Luis de Córdoba, y 889 según Luis Nieto Manjón. Toreando 2577 toros, según el primero, y 2338 según el segundo. Pero esto no es lo más importante. Lo destacable es que estuvo siempre en cabeza en el escalafón, excepto en 1897 y que no le mandaron vivo a los corrales ningún toro.
En la temporada de 1895, el 19 de mayo, hizo la hombrada de torear tre corridas en un solo día. San Fernando por la mañana, Jerez a mediodía y Sevilla por la tarde. El color del traje estaba irreconocible al llegar la noche. Tanto había sudado durante el día.
Aunque tuvo una vida de triunfo, también tuvo su parte de amargura y dolor por la incomprensión de un público papanatas, estúpidamente exigente. Tal que en Madrid llegó a decir: “En Madrid que atoree San Isidro”. Nunca se lo perdonaron.
El 15 de octubre de 1899 torearía la que sería su última corrida, en Zaragoza. Dos días después se cortaría la coleta en su casa de Córdoba rodeado de familiares y amigos.
Terminó así la historia torera de un diestro modelo de tesón, firmeza, caballerosidad y gallardía.
Dedicándose a su familia, su club, su trabajo en el campo, viviría hasta el 21 de febrero de 1941, fecha en que dejó de existir.
BIBLIOGRAFIA
CORDOBA EN LA HISTORIA DEL TOREO” José Luis de Córdoba. Cajasur 1989.
EL TOREO EN CORDOBA” Idem Nebrija 1999.
GUERRITA” Antonio Peña y Goñi Cajasur 1987.
TOROS DE CORDOBA” Luis Nieto Manfón “El Día” de Córdoba 2001.



ANTONIO DUQUE LARA

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