martes, 22 de marzo de 2016

LA GRAN COSECHA

Andrés salió del baño. Tras un día de tensión , producida por la recogida de calabazas en ese prado insufrible llamado escuela, tenía derecho a relajarse.
        Megumi le había preparado la cena, ella se había bañado primero, ahora seguía con la recolección de pimientos.Trabajo a escondidas que los creadores de bestiecitas indomables no veían. En un momento de supuesto placer habían criado una manada de palomitas blancas, muchas veces no de tan albo corazón, que sólo funcionaban en nombre del derecho a obtener el mejor producto porque habían pagado. Cargaban la domesticación de sus retoños a las espaldas de los educadores.
        No era siquiera educación, era domesticación, pero ellos no lo sabían, con pagar se deshacían de la responsabilidad que en realidad les correspondía.
A.-Maldita sea, ni después del baño. Siguen los pensamientos negros. ¡Fuera, fuera, fuera! ¡Vade retro! Veamos como anda mi cielín. Es demasiado seria, como yo. Jojojojo...., y se mata por recoger frutos de ese campo de calabazas que tiene por alumnos. Lo mismo no es así, pero... por si acaso, jujujuju....¡Qué malo!
        Se dirigió a la habitación de trabajo. Preparada ya con el pijama y una bata para abrigarla, era tarde, estaba sentada pero con la cabeza inclinada sobre los papeles. Estaba dormida. Tal era el cansancio que llevaba encima. A la derecha un montón de papeles con puntuaciones que dejaban bastante que desear. Los temas de pensamiento parecían no ser el fuerte de las criaturas. Unas veces por falta de razonamiento, otras veces por falta y capacidad de expresión. Eran rápidos en buscar temas, en mover los dedos en las máquinas de las nuevas tecnologías, pero la mayoría de las ocasiones imposibles, negados para el armazón de ideas.
        Aquí se luchaba entre dos extremos: la sensibilidad no necesita explicación, el excesivo razonamiento no sirve. En la lucha entre el pensamiento oriental y el occidental surgía una cuestión: ¿cuál es la función del maestro? Se le pedía valorar a las criaturas pero se le negaba el valor de esa valoración.
        El pensaba, y ella parecía también inclinada a ello, si no sirve la valoración, hagamos una educación sin exámenes, sin los dolores de cabeza del maestro sufriendo por ser justo ante la injusticia, ante la ignorancia social.
        Muchas veces coincidieron en que al maestro habría que pagarle el doble, la mitad del sueldo para la vida normal, la otra mitad para el mantenimiento de la salud. Pero eso no se veía, como no se veían otras cosas que corren por debajo, que aparentemente no dejan huella, pero que matan más que el asesinato: la palabra.
        El tampoco podía admitir la violencia de la fuerza, la violencia que deja huellas en el rostro, pero ¿qué pasaba con la violencia de la palabra, que era un cuchillo clavado en el corazón de todo aquel, de toda aquella que la sufría?
        Todo eso formaba parte de su vida diaria. No era siempre el cansancio físico del obrero que arregla las carreteras, pero sí era el cansancio mental del que no descansa su corazón aunque esté diez, doce horas en la cama.
        Se acercó a ella, la besó en el cuello suavemente, dulcemente. Sabía que reaccionaría, como así fue.
M.- ¿Eh? ¡Oh, no! Me he quedado dormida.
A.- Sí, cielo. Déjalo ya. Es hora de descansar.
M.- Pero...
A.- Pero, ¿qué? Si tú caes enferma será mucho peor que si los resultados se retrasan unas horas o un día
M.- Eso sí...
A.- Veamos, ¿para cuando tienen que estar?
M.- Ah, qué sueño... Para mañana por la tarde.
A.- ¿A qué hora debes estar en la escuela?
M.- A las 12.
A.- Tenemos 8 horas para dormir. Nos levantamos a las 8. Bueno, tú. Yo me levanto a las 7. A las 7.30 te levantas tú, si es posible. Te duchas, te vistes, te reguapeas para elevar la moral. A las 8.15 como muy tarde a la media te pones a corregir, hasta las 11.30.
M.- Pero el desayuno y meter las notas al ordenador...
A.- Yo te preparo un desayuno reconfortante y mientras sigues corrigiendo yo las voy poniendo, como he hecho otras veces.
M.- Pero....
A.- ¿Qué? Yo ya he terminado, entro en periodo de descanso. Eso lo puedo hacer. Habrá momentos en que será al revés. No más.
M.- ¡Ay, mi amor!
A.-¿Vale?
M.- ¡Vale!
        La levantó y ella pasó su brazo por el cuello de él. Podía andar sin problemas, pero le gustaba mostrarse melosa y desvalida. Era una de las formas de mostrarse cariño. Unas veces era ella, otras veces era él.
        La habitación estaba caliente. Se despojó de lo innecesario y quedó sólo con el pijama.
M.- Corderita, boca abajo.
        Obediente como niña buena, así lo hizo. La cabeza sobre la almohada, dejando espacio para la respiración. El fue hacia la planta de los pies. Los dedos entraban en los nervios de la planta de los pies. Primero los dedos, después un poco más arriba. A veces se tensaba ella para volver a destensarse. Fue subiendo por las pantorrillas. Duras como piedras sostenedoras de grandes bloques de pisos,las iba aflojando. Ella a veces gemía, a veces soltaba un suspiro de gusto.
        Miró hacia su rostro y cada vez iba más distendido. Separó las piernas y en la parte interna de los muslos le aplicaba las palmas de las manos. Repetía una y otra vez con las palma de las manos apretando los muslos. Un resoplo entre placer y suspiro se le escapó de entre los labios. Las manos se le posaron sobre el trasero, a un lado y a otro había puntos que bien tocados dolían. En efecto, dio un repingo pero al mismo tiempo sintió que la parte baja de la cintura se relajaba totalmente.
        Murmuraba algo pero no eran maldiciones, más bien suspiro de gusto, de placer.
        El siguió de nuevo con la palma de las manos unas veces y otras con los dedos pulgares apretando en la cintura. Algún que otro crujido se oyó. Los huesos volvían a su sitio, de cintura para arriba el cuerpo se distendía.
        La operación con las palmas de las manos siguó hasta llegar al cuello. A media altura, en la intersección en que los músculos de los homóplatos, la columna de la parte de arriba y de abajo se juntaban, metió los dedos pulgares.
        Un ah en profundidad salió de su boca, pero todo el cuerpo quedó como queda después de llegar al éxtasis, se distiende poco a poco. El cuerpo lo sentía como vacío, como si hubiera desaparecido una tensión de meses, tal vez de años.
        Le puso la cabeza, la frente, en la almohada, con la nariz en el vacío que quedaba para poder respirar. Pasó al cuello. Fricciones, dedos, distensiones entre la parte superior de la columna y los hombros la dejaron como muñeco sin fuerza.
M.- Ah, qué gusto..... ¡Qué bien voy a dormir!
        Lo atrajo hacia sí, lo besó en profundidad y durante el beso se quedó dormida. Hasta ese punto el cansancio había hecho mella en ella.
        El también se tumbó a su lado. La besó en la frente . Las bocas quedaban tan cerca que se intercambiaban el aliento, aliento que fue llenando, calentando la habitación. El aliento que llenaba la habitación se fue hacia una ventana y se escapó por una leve rendija del marco, elevándose hacia la noche , polvo de estrellas. Se estrellaban uno contra otro, se hacían ovillos, iluminaban la noche. A veces los resoplidos del viento, a veces el resplandor de las estrellas. El firmamento quedó iluminado por completo. La noche se hizo cálida. Los contrarios se buscaban dando paso a una constelación de nueva vida. Despertaron, eran las 7 en punto.
M.- Ah, tengo que levantarme.
A.- Criatura olvidadiza. ¿Ya no recuerdas en lo que quedamos?
M.- ¿Eh? Sólo siento un enorme calor interno, un descanso absoluto.... He soñado con....
A.- Con el polvo de las estrellas.
M.- ¿Tú también?
A.- También.... con ese entrechocar de nubes,de neblina...
M.- Ahora entiendo.
A.- Oye, que yo no te he tocado.
M.- Pues esa es la sensación.
A.- Es que estabas muy cansada.
M.- No importa, lo bueno es que ha sido un viaje espacial muy relajante....
        Rieron, en un lenguaje a medias, aunque nadie los contemplaba, sabían de qué hablaban,..
M.- Bueno....
A.- Bueno, no. Media hora más en la cama mientras yo preparo. Y nada de peros.
M.- Grasias, sielo.
A.- De nada , Reina ...... muaaaaaaa
        Mientras ella se regodeaba un tiempo más en la cama, él se levantó, preparó un desayuno de los que solían disfrutar y a la mitad:
A.   Vamos arriba..
        Niña obediente, se levantó, se duchó, se relajó. Volvió la habitación y se preparó para el nuevo día. Mientras tanto él llevó el desayuno al comedor
M.- ¡Guau!
        Desayuno equilibrado para el cerebro y el cuerpo. Comieron y se comieron en amor y compaña, bebieron y se bebieron uno de la boca del otro....Terminaron con un buen café.
M.- ¡Qué rico!
A.- ¿Yo?
M.- ¡No, el café! Jajajajajaja
A.- Ufffff, como castigo a trabajar. Mua.
        Ella fue al despacho, siguió con el martirio de las correcciones mientras él pasó a la cocina, limpió tazas y platos y todo lo que había por medio. Al final preparó un bocadillo ligero para que tomara en tiempo de descanso en la escuela. Hasta la hora de la comida todavía quedaban muchas horas. Le sería necesario, aparte de añadir un plátano energizante.
        Sobre las 10 entró en la habitación. Sin necesidad de muchas explicaciones empezó a meter datos en el ordenador. Aunque había bastantes , era más rápido que la lectura. Cuando ella llegó al último ejercicio por corregir, él llegó al último corregido
        Unos minutos y un beso de ternura, amor y agradecimiento selló el trabajo mañanero. Eran justo las 11.15. Ella terminó de preparar las cosas para llevar, los documentos, libros y demás bártulos.
        Cuando terminó le esperaba un café solo con nata y una rociada de chocolate sobre la nata. Se relamía de gusto. Se sentaron y estuvieron hablando de cosas sin especial importancia. No era bueno cargar demasiado la cabeza antes de trabajar. Llegada la hora la acompañó al ascensor. Se despidieron con un beso de miel, como decía él, con un bemiel.
A.-Cuando vuelvas ARROZ.COM
M.-¿Qué?
A.- Sí, Arroz.com, no sé qué será, pero com algo.
M.- Ohhhhh, bueno, hasta luego.
        Llegó al lugar de trabajo. Los compañeros, los alumnos, la miraban sorprendidos. Sabían que había trabajado mucho, pero estaba fresca como una rosa. ¿Qué era aquello? La gran cosecha de la vida.



Para todos aquellos maestros y maestras que sufren
de estrés en su labor educativa
y la sociedad no se lo reconoce. 

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